El año 2011 traía a los anales de la historia la ya conocida como “primavera árabe” y con ella llegaba también una nueva conformación regional que ha sido capaz de azotar a todo Oriente Próximo. Una etapa de retos y cambios para los principales actores implicados en el conflicto árabe-israelí. Por un lado, los palestinos han visto con esperanza una última oportunidad para reavivar su fragmentado nacionalismo. Por otro lado, Israel ha visto la necesidad de adaptarse a un nuevo contexto internacional donde las condiciones desfavorables aumentan día a día.
El nacionalismo palestino ha sido uno de los grandes protagonistas de este año. Tras más de 4 años de rivalidad política, desde que en 2006 Hamás se hiciera con el poder de la Franja de Gaza y Al Fatah quedara desterrado en Cisjordania, el pasado 27 de abril se anunciaba un esperado acuerdo de reconciliación palestino. El acuerdo firmado por las principales facciones palestinas acordaba la creación de un gobierno de unidad temporal, a día de hoy aún por concretar, que deberá llevar a los palestinos hacia la realización de unas elecciones generales libres el próximo mayo de 2012, todo un reto donde la madurez del acuerdo pasará su verdadera prueba de fuego.
Con un acuerdo de reconciliación a sus espaldas e impulsado por los aires de cambio en las calles, el líder de la ANP, Mahmud Abbas, sorprendía al mundo este mes de septiembre al seguir adelante con sus planes y presentar ante el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas la candidatura palestina a ser estado miembro de pleno derecho de la organización. A pesar de las complicaciones legales y diplomáticas que la opción conlleva, el pasado 13 de diciembre la UNESCO alzaba ya la bandera palestina como símbolo de bienvenida a su nuevo estado miembro.
En otro orden de cosas, la inestabilidad y los choques de la Franja de Gaza con Israel se ha mantenido este 2011 al igual que el lanzamiento de misiles por grupos yihadistas desde Gaza. Las distintas escaladas de violencia vividas en agosto, o más recientemente hace pocas semanas, convertían a Gaza, el sur de Israel y su frontera con Egipto en uno de los puntos más calientes del país. Buena muestra de ello fueron los atentados coordinados desde la península del Sinaí que acabaron con la vida de ocho israelíes en agosto de 2011. Un toque de aviso más para la percepción israelí de la necesidad de aumentar la seguridad de sus fronteras y que ha propulsado la construcción de una valla de seguridad con Egipto de 240 km desde Eilat hasta el puesto fronterizo de Kerem Shalom.
A pesar de todo, 2011 también ofrecía algunos momentos de distensión entre palestinos e israelíes como la operativa de canje de 1.027 prisioneros palestinos por la liberación del soldado israelí Gilad Shalit. El orgullo nacional israelí y en especial el de su primer ministro, Benjamín Netanyahu, estallaban el pasado 18 de octubre cuando finalmente, tras 1.941 largos días de cautiverio, el soldado regresaba finalmente a su casa, tras una mediática y complicada operativa de canje. Una noticia que llenaba de nuevo la satisfacción nacional y que contrastaba con el año de cambios y noticias negativas que han golpeado con una nueva realidad regional a la sociedad israelí.
Un nuevo Oriente Próximo, que traía también este 2011 el estancamiento de las relaciones del estado hebreo con dos de sus principales aliados: Turquía y Egipto. Las relaciones con Turquía, ya turbulentas desde el incidente del asalto militar israelí al navío turco Marmara en mayo de 2010, eran sentenciadas a su congelamiento momentáneo en septiembre de 2011. Turquía anunciaba la cancelación de sus relaciones comerciales, militares e industriales entre ambos países, a la vez que anunciaba la reducción de sus relaciones diplomáticas con Israel a nivel de segundo secretario.
Turquía no ha sido el único país que ha cambiado el tono de sus relaciones con Israel. Inmerso en tiempos de cambio y ebullición continua desde la caída de Hosni Mubarak, Egipto también ha endurecido sus relaciones con Israel. La noche del pasado 10 de septiembre será recordada como una de las noches más grises desde el tratado de paz entre los dos países en 1979. El asalto popular a la embajada israelí en El Cairo dejaba constancia del deterioro de las relaciones diplomáticas entre los dos países. La importancia de las relaciones de Israel con Egipto pasa por su relevancia a nivel político, económico y militar. Junto a Jordania, Egipto es uno de los dos únicos países árabes vecinos que mantienen un tratado de paz con Israel.
Paralelamente a las nuevas corrientes nacionalistas que han recorrido los territorios palestinos durante todo este año, Israel también vivía su particular “primavera árabe” en agosto de 2011. El inicio de un movimiento social sin precedentes, inspirado por los acontecimientos y revoluciones que suceden en los países árabes, centraba sus demandas en objetivos sociales y marcaba un capítulo destacado más de la corta pero agitada historia de Israel. Las manifestaciones conseguían llegar a su clímax el día 3 de septiembre cuando más de 400.000 ciudadanos salían a la calle para reclamar justicia social y cambios políticos. No obstante, el movimiento no ha sido capaz de eclipsar los constantes choques entre colonos judíos y el ejército israelí, acentuados durante diciembre de 2011, que han marcado buena parte de la arena política nacional del año.
Termina una añada de cambios donde el inicio de la primavera árabe ofrecía una oportunidad para la mayoría de actores de la región de expresar nuevas visiones y necesidades políticas. Un año que ha traído nuevas y a veces inesperadas condiciones geopolíticas para palestinos e israelíes. El año 2012 con la amenaza omnipresente de un Irán nuclear, una revolución sin resolver en Siria, el auge islamista en toda la región y, como telón de fondo, un movimiento colono judío intransigente, se presenta como otro año más de cambios para el futuro del conflicto.
Publicat a Atenea digital.es, 30/12/11.